sábado, 19 de julio de 2014

Internet ¿un nuevo medio de comunicación o una nueva tecnología?

Una definición social de Medio de Comunicación (El envejecimiento de  sus versiones tecnológicas)

José Luis Petris y Rolando Martínez Mendoza*


Internet vino a poner fin a un gran equívoco

La historia de los medios, es decir su escritura, fue la culpable de una confusión que terminó casi por naturalizarse, el reemplazo o la subsunción de particulares tipos de contacto por la primera tecnología que los permitió.
Parece cierto, hasta el surgimiento de Internet cada nueva tecnología permitió y expandió un tipo de contacto cualitativamente distinto al de sus predecesoras. Fue así que cada nueva tecnología que se hacía presente terminó siendo confundida con un nuevo medio de comunicación, con aquel al que genuinamente dio nacimiento, confundida con un nuevo tipo de contacto, imposible antes que ella, pero “olvidando” que esa tecnología no era más que el dispositivo técnico que lo permitía y nunca el medio en sí ni hacia futuro la única tecnología capaz de ser utilizada para gestionarlo.
En esa misma historia de los medios, en su propia urdimbre, podemos encontrar el peso definitorio del tipo de contacto para la singularización de un medio de comunicación: la escritura, por ejemplo, siempre fue escritura sin importar si su dispositivo fue el punzón y la arcilla, o el cuero; o si fuera reemplazado por la tiza,
el carbón, el lápiz o la tinta más el papel o la pizarra, u hoy por teclados y pantallas.
La escritura siguió siendo y sigue siendo la escritura, aunque ni escribir ni leer hayan recorrido los tiempos inalterables.
Pero en la trama de esa historia se dibuja lo contrario. La imprenta fue la imprenta y terminó confundiéndose con los medios gráficos (donde el libro, la revista y el diario se diferenciaron antes por sus contenidos que por sus distintas gestiones del contacto). Y la confusión tiende a persistir a pesar de que la imprenta es parte
esencial del dispositivo del afiche, del volante o de las boletas utilizadas en una elección, donde la imprenta presente no los vuelve sin embargo medios gráficos porque evidentemente el tipo de contacto involucrado en cada uno de ellos es cualitativamente distinto, aunque un afiche pueda asemejarse por contenidos tanto
a una revista como para poder generar las denominadas revistas murales (en general medio no-gráfico para nuestra cultura, a la que le es más fácil vivirlas como experiencias vanguardistas).

En esa historia el teléfono fue el teléfono, y por culpa de serlo casi siempre fue expulsado de ella, a pesar o justamente por su carácter democrático (sin asimetrías de poder entre “emisores” y “receptores”, y masivo, tal vez demasiado masivo con el tiempo); casi siempre ausente de la historia de los medios de comunicación,
aunque, por ejemplo, el carácter privado de sus contenidos fuera comparable al de la escritura cuneiforme con la que comienzan casi todas ellas.
La fotografía fue confundida con un medio aunque subsumió técnicas tan dispares como la del daguerrotipo y de la polaroide. El mp3 consigue ser distinto al disco (como no consiguieron serlo del todo el fonógrafo, el magazine, el cd y el cassette porque hoy la industria discográfica no consigue monopolizar y regular la
circulación de contenidos musicales). El cine terminó siendo la tecnología madre entre otras parecidas (video, películas por televisión, películas en Internet, dvd, etc.) para lo que aún hoy se llama cine aunque cada vez parezca haber perdido más entidad la sala pública a oscuras sin comodidades para la gaseosa y el pochoclo. La radio sigue siendo la radio aunque hoy tenga imágenes al escucharla por Internet.
La televisión está por morir (se equivocan algunos). E Internet es Internet pero también, o más correctamente, correo electrónico y portales institucionales y archivos; diarios digitales pero también blogs, foros y chat; redes comunitarias pero también radio y televisión, y teléfono. Entonces Internet es todo lo previo más Internet. Pero entonces, ¿cuál es la tecnología de la televisión?, ¿y el dispositivo de la radio?, ¿es lo mismo como contacto el diario digital que el diario papel?, ¿Internet es correo electrónico o publicidad masiva, texto individual o construcción comunitaria, comunicación privada o pública?

Internet vino a generar un gran equívoco

Internet hizo creer que era un nuevo medio de comunicación. Sin embargo Internet es una nueva tecnología, la primera que no se diferencia de las anteriores sino que brutalmente se solapa, confunde y excede a las anteriores. Internet no es un nuevo medio de comunicación, es una tecnología que permite el desarrollo de varios de los “viejos” medios de comunicación y de novedosas maneras de contacto (es decir, de nuevos medios de comunicación).
¿Qué es un medio de comunicación?, o más correctamente, ¿a qué estamos llamando medio de comunicación? A una determinada gestión del contacto vehiculizada por un conjunto cualquiera de dispositivos técnicos. Es decir, no es un determinado conjunto de dispositivos técnicos; es un tipo de contacto que puede ser gestionado por el conjunto “A” de dispositivos, pero también por el conjunto
“B”, y en el futuro por el conjunto “C” (y seguramente, para muchos medios, en el pasado esa gestión del contacto fue lograda por el conjunto “D”). (Por ejemplo, el medio “teléfono” es el tipo de contacto que hasta hace poco sólo permitía el dispositivo técnico “teléfono”, y hoy permite tanto él como Internet.)

Esta definición de medio de comunicación no debería asombrar. Fue señalado cómo ya puede encontrarse en la urdimbre de prácticamente todas las historias de los medios. Y sino podemos apoyarnos en ejemplos como los del disco (de música) que fue disco aunque fuera cambiando la tecnología y sus dispositivos técnicos: el disco fue el disco de pasta, el de 45, el de 33, el de vinilo, el long play, el mono, el estéreo, el cd, el cassette, el magazine, etc. Cada una de estas tecnologías produjo diferencias en el tipo de contacto, pero no fueron socialmente consideradas significativas como para hablar de nuevos medios de comunicación (a pesar de que el disco de pasta estandarizó la duración de la canción, y casi la inventó como formato; a pesar de que algunas tecnologías obligaban a la escucha en un espacio fijo y otras permiten el esplazamiento; unas obligaban a la escucha compartida y otras se limitan a la escucha privada, etc.). Es decir, si revisamos cada medio de comunicación encontraremos que el mismo no estuvo ni está “encerrado” en una única tecnología ni en un único conjunto de dispositivos técnicos. Lo que siempre definió a los medios de comunicación fue su gestión particular del contacto. (Y sin embargo, esta particularidad del contacto fue casi siempre confundida, a partir de una mirada semi-mc‘luhaniana, con la determinación que un tipo particular de dispositivo y/o tecnología generaba. Se priorizó el instrumento, y no la decisión social de gestionar de una determinada manera el contacto.) 
Seamos honestos. Casi ninguna historia de los medios es ciegamente tecnológica. Casi todas trabajan un concepto de medio de comunicación como una particular manera social de utilizar las capacidades de contacto que brinda una determinada tecnología. El acento parece estar puesto en la utilización social de la tecnología y no en la tecnología. Parece. Sin embargo no es nada que no permita esa tecnología,
y un medio está claramente asociado a determinados dispositivos técnicos y no a otros, y un medio es el uso de parte de las posibilidades de esos dispositivos y no de cualquier dispositivo o conjunto de ellos que permitan un contacto semejante, y un medio casi siempre fue llamado igual que la tecnología y/o el dispositivo, fusionándolos. Muchas historias de los medios han abandonado el determinismo tecnológico, pero (sin querer) lo siguen profesando.

Nuestra propuesta de definición social de medio de comunicación

Proponemos llamar medio de comunicación a: toda gestión del contacto vehiculizada por un conjunto de dispositivos técnicos, donde cada medio particular de comunicación se distingue de otro por el tipo de gestión del contacto vehiculizada con independencia del conjunto de dispositivos técnicos utilizados para
ello.
Este (nuestro) acento puesto en la gestión del contacto podemos encontrarlo en los trabajos de Oscar Traversa (2001 y 2005). A diferencia de otras posturas donde se reservaba la noción de “dispositivo” a la tecnología o instrumento tecnológico, y el consenso social de cómo utilizarlo formaba parte del concepto “medio”, Traversa define dispositivo como una particular gestión del contacto, incluyendo en él tanto
el aparataje técnico como las gestiones sociales de distribución y circulación de los textos producidos por esos instrumentos técnicos. Es decir, aunque difiera la perspectiva de Traversa de nuestra postura, nace en ella. El embrión de nuestro planteo está en sus acercamientos a los dispositivos, donde el acento está puesto,
como en nosotros, en la naturaleza de la gestión del contacto, privilegiándola por sobre las características técnicas del aparataje (Traversa), con independencia de la tecnología utilizada (nosotros).

Medio y medio masivo de comunicación

Sabemos que hemos indiferenciado “medio de comunicación” de “medio masivo de comunicación”. Fue ex profeso. El teléfono tiene la culpa. Es obvio que todo medio masivo de comunicación es un medio de comunicación, y no la inversa. Pero no es tan obvio que la masividad de los medios masivos de comunicación no lo es tanto por el acceso masivo al medio como por la difusión masiva de algunos de sus
contenidos, que no depende solamente del acceso masivo al medio. La televisión es un medio masivo de comunicación porque algunos de sus contenidos son consumidos masivamente, no porque muchos otros de sus contenidos sólo son consumidos por pocos. Y sin embargo se acepta que Internet es un medio masivo
aunque su principal uso (por ahora) es de generación y consumo de contenidos no masivos, cualidad que no se le atribuyó al teléfono a pesar de exhibir las mismas cualidades. Ex profeso hemos indiferenciado medio de medio masivo de comunicación porque tal vez esta diferencia también esté siendo puesta en cuestión por Internet, tal vez otro gran equívoco. Y porque queremos pensar a la pintura y a la música como medios de comunicación, ¿por qué no? Volvamos al teléfono. Quienes siguen pensando a los medios casi como “tubos” (no importa tanto el estilo de los mensajes como la propiedad de los medios de comunicación que los transmite si queremos estudiar sus efectos; no importa tanto el discurso social sobre los propietarios de los medios que resignifican sus discursos como sus intenciones e intereses políticos comerciales -que muchas
veces sólo podemos presuponer-; no importa tanto las significaciones heterogéneas de un discurso de los medios dentro de una sociedad como la ideología de sus productores, etc.) descuidan la potencia retórica y enunciativa de los discursos (los contenidos), presente también en los discursos telefónicos; descuidan las apropiaciones parciales y críticas que muchos sectores sociales hacen de estos discursos, semejantes a las que ocurren a partir del teléfono; privilegian la propiedad y naturaleza del aparataje técnico, por ejemplo de la televisión, y se despreocupan del teléfono a pesar de su propiedad y naturaleza del aparataje técnico. El triple play está salvando al teléfono del “ostracismo”.
Empresas comerciales y candidatos políticos están utilizándolo por su masividad y potencia de gestión del contacto: interpelación directa y privada. Etc.
Para algunos estudios políticos del sistema comunicacional ocuparse de cuál es la ubicación en la “base económica comunicacional” de los distintos actores sociales según cuál es su relación de propiedad con los instrumentos comunicacionales es imprescindible, pero es insuficiente.


*Fragmento del texto "Una definición social de Medio de Comunicación (El envejecimiento de  sus versiones tecnológicas)"

*José Luis Petris es Licenciado de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Nacional de
Quilmes.
*Rolando Martinez Mendoza es Licenciado en Ciencias de la Comunicación, UBA. Cátedra
Semiótica de los géneros contemporáneos, Facultad de Ciencias Sociales-UBA.

Fuente: AVATARES de la comunicación y la cultura, Nº 2. ISSN 1853-5925. Agosto 2011

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